Llevábamos mucho tiempo en el mismo sitio, y nos apetecía un cambio. Nos habían hablado de una isla pequeña cerca de Kampot. Para llegar a ella, teníamos que ir a Kep, donde el marisco a la pimienta (famosa pimienta de Kampot) debía estar muy buena y además muy barato.
Asi que...hicimos una pequeña mochila, y junto con Ed y Skye, dos ingleses que habíamos conocido en el Bodhy Villah y con los que habíamos compartido horas y horas, nos montamos en un Tuk Tuk y alli que nos fuimos!
Por supuesto, antes de montarnos en el barco para ir a Rabbit Island, paramos en Kep y comimos el famoso cangrejo a la pimienta que no defraudó.
Después llego la sobremesa y como estábamos tan a gusto mirando al mar y charlando, el tiempo se nos echó encima y tuvimos que darnos prisa para coger el último barco a la isla.
Llegamos a Rabbit island casi de noche..
El viaje fue muy entretenido ya que volaron por encima de nosotros varios grupos de murciélagos gigantes que nos dieron mucho que comentar.
A la mañana siguiente amanecimos con un soleado día y toda nuestra ilusión por un día de playa y relax. Este fue nuestro bungalow donde vivimos los siguientes días, mitad para Olga y para mi, y la otra mitad para Ed y Skye.
Rabbit Island es una pequeña isla muy poco desarrollada. Solo hay 1 playa con estos bungalows (electricidad de 18:00 a 22:00) y 3 txiringuitos donde comer y beber que cerraban sobre las 10 de la noche.

La calma y el relax se apoderaron totalmente de mi. Mi día lo llenaban la arena, el mar y la lectura. Tuve mala suerte con el estómago y sufrí de gastritis así que no comí demasiado y trate de descansar al máximo.
Tras cada atardecer, tocaba ir al bungalow, encender unas velas y charlar. Willy, un chico francés que viajaba con su familia y una guitarra, ambientó cada noche que pasamos allí y atrajo a más de un vecino curioso que quería escuchar un poco de música.
Tocaba volver a Kampot, para ir después a Phnom Penh. Quería ir al hospital a que chequearan mi estómago, la gastritis duraba demasiado y empezaba a ser muy molesta.
El día que dejábamos la isla nos encontramos este grupo de camboyanos, que no sabemos lo que celebraban pero aparecieron en la playa con cervezas y música y revolucionaron todo. Quisieron sacarse una foto conmigo y me pareció muy gracioso así que allí me puse con ellos y nos reimos todos juntos.
El cielo comenzó a ponerse gris y se puso a llover justo cuando tocaba montarse en el barco. Aunque fue muy molesto, nos reimos mucho en aquel barquito con aquellas olas y esa lluvia. Terminamos calados hasta los huesos..
El cielo comenzó a ponerse gris y se puso a llover justo cuando tocaba montarse en el barco. Aunque fue muy molesto, nos reimos mucho en aquel barquito con aquellas olas y esa lluvia. Terminamos calados hasta los huesos..